A salvo en el refugio 307


• El Museu d'Història de la Ciutat ultima la restauración del túnel antiaéreo del Poble Sec
• Los peores bombardeos de la guerra civil se produjeron en marzo de 1938
Pasadizos Interior del refugio de la calle de Nou de la Rambla, 169, que se inaugura el 1 de abril. Foto: RICARD CUGAT

La pesadilla empezó pasadas las diez de la noche del 16 de marzo de 1938. Tras las sirenas de las alarmas, llegaba el rumor de los Savoia S-79 italianos cargados de bombas desde Mallorca. Durante los dos días siguientes se produjeron alrededor de 12 ataques aéreos sobre Barcelona que sumieron a la población en el terror, mataron a más de mil personas y destrozaron áreas urbanas de la Barceloneta y el puerto. Fueron los peores bombardeos que sufrió la ciudad durante toda la guerra civil.En la calle de Nou de la Rambla, los vecinos se acurrucaban en el refugio 307, uno de los 1.400, según el censo efectuado por la historiadora Judit Pujadó, que la Junta de Defensa Passiva habilitó en la capital como seguro de vida para unas 100.000 personas. Cuando sonaban las sirenas solo había tres opciones: bajar al metro y a los ferrocarriles de Sarrià, huir a los campos más allá de Pedralbes o buscar el refugio más cercano.

Un pie en un árbol

De lo contrario, pasaban casos como el que recoge Joan Vilarroya en su libro Els bombardeigs de Barcelona durant la guerra civil. Jaume Miravitlles, delegado de propaganda de la Generalitat tenía un colaborador cojo que llevaba un pie ortopédico. Al echarle de menos tras un bombardeo, fueron en su busca y solo hallaron el pie ortopédico colgando de un árbol. Las listas de muertos manejadas por Vilarroya tienen en bastantes casos la sucinta anotación de mujer o niño. A veces, los bombardeos hacían inidentificables a las víctimas.


El 307 fue excavado en la piedra, en la calle de Nou de la Rambla, en forma de galería de mina, con unos 200 metros de longitud y unos siete metros de desnivel. Había tres entradas, una de las cuales conserva la reja original. Recorrer este refugio, situado justo bajo el nuevo parque de la Primavera, permite atisbar el temor que sentía la gente que allí se escondía, tapada con mantas y rezando para que aquello pasara pronto, para que aquella maldita guerra acabara de una vez.


El refugio ya se conocía --se podían recorrer unos 30 metros-- pero el distrito de Sants-Montjuïc y el Museu d'Història de la Ciutat de Barcelona (MHCB) se han encargado de excavar un tramo que estaba cegado por los cascotes y de rehabilitarlo para la visita. Adolf Fernández, coordinador de los centros de interpretación del museo, destaca la buena factura del túnel, cavado a pico y pala, con las paredes recubiertas con ladrillos y bóvedas a la catalana. El refugio cumple la normativa de la Generalitat republicana. Letrinas a la entrada, cantos redondeados por si había que entrar camillas y, a unos 12 metros de la puerta, un recodo en zigzag para evitar la metralla de las explosiones.Las familias se sentaban en bancos de madera alumbrados por quinqués de petróleo que tenían que apagarse cuando llegaban los aviones. Había una guardería para los niños, ahora semienterrada. El estruendo de los bombardeos cuando arreciaban los raids y el peligro de derrumbe provocaban crisis de angustia. Por eso a los niños se les entregaba un lápiz o una pequeña madera colgada de un cordel para que mordieran fuerte en los peores momentos. En el refugio había una fuente natural, que se utilizaba como cisterna. Y un letrero, intacto todavía, con las letras borrosas. "Abstenerse de hablar para establecer un buen orden", reza. Pero parece que al final --Franco bombardeó Barcelona hasta la víspera de su entrada triunfal-- los niños corrían por los túneles.


Durante los años 40, explica Fernández, se siguió excavando el túnel para unir dos ramales --se ignora con qué objetivos-- pero con tanta torpeza que no coincidieron y se hicieron dos bocas, una encima de la otra. Años más tarde una familia granadina anexionó a su vivienda un tramo del refugio. Una fábrica de vidrio usó otro tramo como almacén, mientras que un vecino hasta cultivó champiñones.El Museu d'Història de la Ciutat ha habilitado unos plafones para refrescar la memoria sobre aquellos acontecimientos. Los niños que se escondían en los túneles son hoy ancianos con la memoria fresca. El 1 de abril se inaugura el refugio 307, que estrena en su entrada graffitis con aviones y dianas extraídos de carteles de la Junta de Defensa. Habrá visitas todos los fines de semana y una ambientación que rehuye el cartón piedra y trata el lugar con respeto, con el mismo respeto que pidió Winston Churchill, premier británico, a los británicos en 1940, en plena batalla de Inglaterra, cuando les dijo que resistieran "como lo hizo el valiente pueblo de Barcelona".

Comentarios

Sònia... no tan fiera... ha dicho que…
La verdad es que la historia de lo que pasó en Barcelona es impresionante.. y ver las imágenes aún más! Han estado dando reportajes sobre los bombardeos en BTV y daba mucho miedo...

Besos!